En las letras cabe un universo entero

“¿Un beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas” Ingrid Bergman

martes, 21 de abril de 2015

Para alabar cualquier cosa, el mejor término es llamarla hermosa

Te veo y pienso ¿cuándo jugaremos ajedrez tú y yo?



ANOREIA, es una palabra griega para describir la serenidad, la armonía del alma llamada felicidad. También hay otro término: ATARAXIA, que se describe como esa serena imperturbabilidad.

¿Qué cosas te proporcionan a tí felicidad?


Yo encuentro varios sustitutos que me dan consuelo, especialmente cuando no te siento cerca. No hablo de métodos alternativos para ser feliz. No señora.

Por ejemplo, siempre me acompaña un libro en la mesa de noche. A veces más de uno. No necesariamente de la ciencia de mi trabajo, vamos, que no todo puede ser estudio.  Aunque es muy recomendable al empezar la jornada leer los textos que nos hacen mejores en nuestros empleos. En las primeras horas del día, un desayuno de conocimiento es altamente provechoso.

Pero en la noche, la lectura por puro placer ofrece una magnífica alternativa, cuando la soledad es la única compañera.   Digo soledad con minúscula, para despejar dudas. 

Nunca he conocido a una mujer que se llame Soledad.  Una vez estuve en Soledad (Atlántico), y es todo lo que he visto materialmente.   La otra soledad, esa sí que es vieja compañera.

Pero divago.  Mis excusas.   

Ver algo hermoso, arte por ejemplo, siempre nos da alegría. Ver a una linda persona, como encarnación de la belleza misma, proporciona además doble entusiasmo.  Tú eres una linda persona.

Esto estaba leyendo y lo comparto:   


"También vemos que para alabar cualquier cosa, el mejor término es llamarla hermosa; y así cuando queremos alabar las cosas del mundo decimos hermoso cielo, hermosa tierra, hermosa mar, hermosos ríos, hermosas provincias, hermosos montes, arboles, jardines, hermosas ciudades, hermosos templos y casas y exércitos. A toda costa, en fin, de grandísimo ornamento esta alta y divina hermosura; y puédese decir que lo bueno y lo hermoso en alguna manera son una misma cosa, en especial en los cuerpos humanos, de la hermosura de los cuales la más cercana causa pienso yo que sea la hermosura del alma; la cual, como participante de aquella verdadera hermosura divina, hace resplandeciente y hermoso todo lo que toca, especialmente si aquel cuerpo donde ella mora no es de tan baxa materia que ella no puede imprimirle su calidad.



Baltasar de Castiglione. Trofeo de las Victorias del Alma, 1513 – 1518. El Cortesano, IV, 59. 


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