La revista Credencial (Edición 321, Mar, 201308-06), publicó un artículo titulado "Deliquios del divino amor: el amor mistico de la madre Francisca Josefa del Castillo."
Una breve y sabrosa crónica de una religiosa atormentada por el celibato, que entra en conflicto con su naturaleza humana. Fruto de esa lucha, escribió poesía algunas veces tan intensa que causa envidia para cualquiera :
Afecto 46. Deliquios del divino amor en el corazón de la criatura, y en las
agonías del huerto.
El habla delicada
Del amante que estimo,
Miel y leche destila
Entre rosas y lirios.
Su melíflua palabra
Corta como rocío,
Y con ella florece
El corazón marchito.
Tan suave se introduce
Su delicado silbo,
Que duda el corazón,
Si es el corazón mismo.
Tan eficaz persuade,
Que cual fuego encendido
Derrite como cera
Los montes y los riscos.
Tan fuerte y tan sonoro
Es su aliento divino,
Que resucita muertos,
Y despierta dormidos.
Tan dulce y tan suave
Se percibe al oído,
Que alegra de los huesos
Aun lo más escondido.
Al monte de la mirra
He de hacer mi camino,
Con tan ligeros pasos,
Que iguale al cervatillo.
Mas, ¡ay! Dios, que mi amado
Al huerto ha descendido,
Y como árbol de mirra
Suda el licor más primo.
De bálsamo es mi amado,
Apretado racimo
De las viñas de Engadi,
El amor le ha cogido.
El artículo en mención señala en uno de sus apartes lo siguiente:
En los escritos de la madre del Castillo abundan los pasajes amorosos y eróticos, velados y explícitos, con referencias a amores imposibles, al Señor, al divino, al amado. Refleja los dilemas de la vida de ascetismo y de las profundidades conventuales y de la clausura, de la renuncia al mundo exterior.
Es una muestra de la represión de las pasiones y su sublimación en el amor celestial, lleno de idealizaciones. Son escenas de misticismo que volcado en la vida interior conduce al éxtasis. El cumplimiento del voto de castidad se traduce en las imágenes lúbricas y las tentaciones que se le aparecen a la monja en el encierro del convento y que transcribe en sus palabras. La sexualidad reprimida llena de remordimientos da lugar a expresiones de fascinación y tormento en sus visiones del cielo y el infierno. La agitación interior que expresa la madre del Castillo en metáforas no exentas de sensualidad es acaso la que vivieron muchísimos hombres y mujeres en tiempos en los que la autoridad terrenal conjuró con la celestial contra el amor y la felicidad cotidiana.
Bueno, monjes budistas enamorados, monjas prendadas, ni los santos pueden escapar de este sentimiento que es bueno, si nos impulsa a ser mejores. Y malo si nos envía a lugares peores.
Un beso, mi diosa cósmica
Bueno, monjes budistas enamorados, monjas prendadas, ni los santos pueden escapar de este sentimiento que es bueno, si nos impulsa a ser mejores. Y malo si nos envía a lugares peores.
Un beso, mi diosa cósmica
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