Ya te conté en otra oportunidad el gran provecho que se puede sacar de
algunos libros considerados “infantiles”.
Si eres niña, lees al “Principito” con unos ojos. Al crecer lo repites y te dice otras cosas.
“Alicia en el país de las maravillas” es otra interesante obra. Y la más reciente edición de la revista
SEMANA, publica un artículo sobre un estudio científico realizado a ese libro
que va más allá de la simple historia de una niña curiosa con sueños
alucinantes.
A propósito. Justo anoche tuve un sueño sobre un jardín
extravagantemente hermoso. Era muy
similar a uno que vi en la fotografía de un libro que leí hace tiempo. Lo buscaré en la biblioteca para compartir la
imagen y te hagas una idea.
Supongo que lo soñé así, porque no conozco tu propio cultivo de flores que mimas a veces hasta lastimarte las manos. El subconsciente completa la
información que nos falta del mundo real. Lo cierto es que en mi sueño, caminábamos juntos
y me decías que no te habías cortado ni nada, lo cual me sorprendió por lo
extenso del jardín y lo bien cuidado. Sería que puse cara de incredulidad y
tomé tu mano, impecable. Me das un
golpe de mentiras y te ríes, y dices algo.
Y despierto. Qué pena que los sueños más bonitos sean los más
cortos.
Ahora, va el artículo que te comenté, para que lo disfrutes si dispones
de tiempo:
“Y es que, mucho antes de que se contara con la tenología para mapear
las maravillas del cerebro, Carroll ya había trazado sus contornos con sus
experimentos mentales.
"Exploró
tantas ideas", exclama Alison Gopnik, de la Universidad de California en
Berkeley, Estados Unidos.
Todos
podemos aprender algo de nosotros mismos de Alicia en el país de las
maravillas. BBC
Future sigue su viaje a los límites exteriores del cerebro.
"Bébeme"
En una de
sus primeras aventuras, Alicia encuentra una poción con una etiqueta que dice
"bébeme" y tras tomársela mengua hasta medir sólo 25 centrímetros.
Y un
pastel mágico produce justo el efecto contrario en ella: crece tanto, que toca
el techo con su cabeza.
Estas
escenas fueron las primeras en llamar la atención de los científicos.
En 1955
un psiquiatra llamado John Todd se encontró con varios pacientes que aseguraban
tener esa misma sensación de "alargarse como un telescopio".
Todos
ellos sufrían un transtorno neurológico que afecta a la percepción visual y que
hoy se conoce como micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas
(AIWS, por sus iniciales en inglés), un mal que afecta principalmente a niños.
"He
escuchado a pacientes decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus
madres están a su lado cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de
la habitación", dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de
Pensilvania, en EE.UU., quien ha estudiado el fenómeno.
Los
diarios de Carroll revelan que sufrió migrañas, episodios que con frecuencia
desencadenan en el síndrome. Y eso hizo a muchos especular sobre si el escritor
se inspiró en sus propias experiencias.
Liu, por
su parte, sospecha que el síndrome puede provocar una actividad anormal en los
lóbulos parietales del cerebro, los responsables de la percepción espacial; y,
como consecuencia, sesgar el sentido de la perspectiva y la distancia.
Pero a
pesar de ser molestas, estas fugaces ilusiones suelen ser generalmente
inofensivas. "La mayoría de los que las sufren no se ven afectados. Además
les insistimos que no están locos y que otros también experimentan esas
sensaciones", explica.
Hoy en
día los neurocientíficos están tratando de provocar la ilusión en sujetos
sanos, ya que creen que ello podría arrojar luz sobre la manera en la que
creamos nuestro sentido del yo aquí y ahora.
La Duquesa y el Gato de
Cheshire
El país de las maravillas está lleno de
personajes que cambian de forma, incluyendo a la grotesca Duquesa y a su bebé
llorón.
Cuando
Alicia lo toma en sus brazos su nariz se hace más respingona, los ojos se le
juntan y empieza a gruñir. Y así, antes ni siquiera de darse cuenta, el bebé se
ha convertido en un cerdo.
En otro
momento de la historia, Alicia trata de jugar al croquet utilizando a un
flamenco como mazo, y conoce al sonriente Gato de Cheshire, cuya sonrisa
persiste incluso cuando su cuerpo ha desaparecido.
En los
sueños con frecuencia los objetos se transforman y adquieren nuevas
identidades, así que esa característica es la manera más inteligente en la que
Carroll evocó a la mente dormida en las aventuras de Alicia; esa y la extraña
sensación de que el tiempo está jugándole una mala pasada.
Los
neurocientíficos creen que el fenómeno se debe a la manera en la que el cerebro
consolida nuestra memoria mientras dormimos.
Éste
afianza los recuerdos vinculándolos con otros sucesos para crear la historia de
nuestra vida.
Así,
cruzando las referencias del recuerdo sobre un cerdo y un suceso sobre un bebé,
por ejemplo, Carroll logró un efecto surrealista en un paisaje onírico.
Humpty Dumpty y el
Jabberwocky
— Mi nombre es
Alicia, pero...
—¡Qué nombre más estúpido!— la
interrumpió con impaciencia Humpty Dumpty. — ¿Qué significa?
— ¿Es que un nombre tiene que
significar algo?— preguntó Alicia tímidamente.
— ¡Claro que sí!— dijo con una
risita seca Humpty Dumpty—. Mi nombre significa exactamente la forma que tengo
(una forma, por cierto, muy hermosa). Tú en cambio, con un nombre así, podrías
tener cualquier forma.
En la
secuela A través del espejo y lo que Alicia encontró allí Carroll continúa con
sus exploraciones, que incluyen algunas incursiones juguetonas sobre la
naturaleza del discurso.
Todo
comienza cuando en el primer capítulo Alicia lee un poema llamado el
Jabberwocky:
Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los
limazones
banerrando por las váparas
lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas
murgiflaba.
"Parece muy bonito", dice Alicia cuando lo termina.
"¡Pero es tan difícil de entender!".
Alicia se
rasca la cabeza con el dedo: el poema apela de alguna manera a nuestra
concepción de la corrección gramatical, pero las palabras por sí mismas no
tienen ningún sentido.
Pues
bien, los neurocientíficos que exploran la maquinaria del lenguaje hoy usan las
"frases Jabberwocky" durante los escáneres cerebrales para demostrar
que el significado y la gramática se procesan de forma separada en nuestro
cerebro.
Pero de
los experimentos más importantes de Carroll en ese sentido es el momento en el
que Alicia se encuentra on Humpty Dumpty y su conversación explora la
naturaleza misma de las palabras.
¿Puede
una frase compuesta por palabras como Humpty Dumpty evocar mejor la
"hermosa forma" del personaje, un huevo antropomórfico, que cualquier
otro sonido escogido al azar?
Es una
antigua pregunta filosófica que remonta a Platón.
Anteriormente
los científicos habían asumido que era imposible, que las palabras son
arbitrarias y que los sonidos no pueden tener un significado innato.
Pero
ahora están investigando la cuestión, por si Humpty Dumpty pudo haber tenido
razón.
Sea cual sea la explicación del fenómeno, a veces se puede adivinar con
gran exactitud el significado de una palabra de un idioma desconocido.
Y también
se puede lograr que los sobrenombres, como en el caso de Humpty Dumpty,
terminen reflejando la apariencia de quien los ostenta.
Hay quien
sospecha que se trata de "fósiles lingüísticos" que guardan los
primeros enunciados de la humanidad.
La Reina Blanca y el viaje
mental en el tiempo
— Es un tipo de memoria muy pobre la que sólo funciona hacia
atrás— replica la Reina.
— ¿Qué tipo de cosas recuerda
mejor?— se aventura a preguntar Alicia.
— Oh, las cosas que ocurrirán la
semana que viene después de la siguiente", respondió la reina en un tono
despreocupado.
En su
viaje, Alicia sostiene largas discusiones con la Reina Blanca.
Ella es
una de las creaciones más desconcertantes de Carroll, alguien que asegura tener
una extraña capacidad de previsión.
"Desde
mediados del año 2000 los neurocientíficos comenzaron a darse cuenta de que la
memoria no sólo tiene que ver con el pasado, sino que también ayuda a actuar de
forma apropiada en el futuro", dice Eleanor Maguire, del University
College de Londres, quien con frecuencia se refiere a la Reina Blanca para
ilustrar la idea.
Una
posibilidad es que imaginamos el futuro tirando de nuestros recuerdos y
uniéndolos en un montaje que podría representar un nuevo escenario.
De esta
manera, la memoria y la previsión utilizan "el mismo tiempo de viaje
mental" en las mismas áreas del cerebro.
Maguire,
por ejemplo, ha estudiado a pacientes con daño en el hipocampo, lo que
significa que no pueden recordar su pasado. Sin embargo, la experta descubrió
que estos también tienen problemas para pensar en futuro.
"Les pedimos que imaginen que se encuentran
con un amigo la próxima semana y simplemente no podían hacerlo", explica.
Lo mismo
ocurrió cuando les dijo que imaginaran la visión futura de la orilla del mar.
"Sabían que habría mar y arena, pero no podían visualizarlo en su
mente", añade.
En otras
palabras, sus pacientes, a diferencia de la Reina Blanca, están atrapados para
siempre en un eterno presente.
¿Puedes pensar en cosas
imposibles?
—No sirve de nada intentarlo—, dijo Alicia. — No se puede
creer en cosas imposibles.
— Me atrevería a decir que no
tienes mucha práctica—, respondió la Reina. — Cuando tenía tu edad lo hacía
durante media hora al día. A veces creía hasta en seis cosas imposibles antes
del desayuno.
Continuando
con su exploración de la imaginación humana, la Reina ensalza las virtudes de
pensar en lo imposible.
A ese
capítulo hace referencia Gopnik, quien leyó la obra de Carroll por primera vez
cuando tenía tres años y ahora se dedica a estudiar cómo construimos la
imaginación.
La
experta ha descubierto, por ejemplo, que los niños que juegan a "creer lo
imposible" tienden a desarrollar una capacidad cognitiva más avanzada.
Entre otras cuestiones, entienden mejor el
pensamiento hipotético y también las motivaciones y las intenciones de los
demás.
"Mucho
de lo que hacen en el juego de la simulación es plantear una hipótesis y seguirla
hasta una conclusión lógica", explica Gopnik.
Las
aventuras de Alicia están llenas de encuentros surrealistas que podrían ayudar
a cualquiera a desarrollar esas habilidades.
Travis
Proulx, de la Universidad de Tilburg, en los Países Bajos, ha estudiado la
manera en la que la literatura surrealista y absurda como la de Carroll influye
a nuestro conocimiento.
Y ha
descubierto que enfrentar nuestras expectativas a un mundo extraño y a unas
historias fantásticas empuja a nuestro cerebro a ser más flexible, lo que, a su
vez, nos hace más creativos y hace que aprendamos más de prisa.
Así que
si sientes que tu cerebro se estira, puede que no haya mejor solución para ello
que pasar una tarde con Alicia.
En ese
sentido, Gopnik señala que algunas drogas alucinógenas también podrían ayudar a
alcanzar un estado mental de libre asociación parecido al de los niños, pero
leer es sin duda la forma más segura de hacer retroceder el reloj y ver el
mundo desde una nueva perspectiva.
Ya lo
escribió Carroll: "Tantas cosas fuera de lo común le habían ocurrido
últimamente, que Alicia había comenzado a pensar que muy pocas cosas en verdad
eran realmente imposibles".
Y sus
lectores seguramente estarían de acuerdo."
Aquí esta la fuente de este artículo: http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/alicia-en-el-pais-de-las-maravillas-el-cerebro-humano/423172-3