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| "SEÑALES" (2002) |
Amanece. Hay una película que he visto más de una vez. Otra no hace daño. Guarda un interesante mensaje y es éste:
Mel Gibson (Graham) es un ex – sacerdote que perdió la fe
cuando murió su esposa en un accidente de tránsito. Su hijo tiene asma, y su
hija pequeña tiene una extraña fijación por la pureza del agua. No es feliz y
tiene una visión pesimista del mundo.
Joaquin Phoenix (Merril) es el hermano menor de Gibson, vive
con él y sus dos sobrinos en una granja alejada de la ciudad. Trabajan en su campo de maíz, llevando una
vida sencilla.
Un día empiezan a aparecer inquietantes círculos en los
campos, figuras complejas para las cuales no hay explicación aparente. Poco tiempo después, aparecen desconcertantes
luces en el cielo. Cuarenta en
total. No son satélites, ni aviones, ni
nada que haya sido hecho por seres humanos. Las cámaras de televisión apuntan a
esas luces y los noticieros transmiten en vivo el acontecimiento sin interrupciones. El mundo espera el siguiente movimiento.
Graham y Merrill se quedan toda la noche sentados frente al
televisor, observando la transmisión, y no saben si se trata del fin del mundo,
un contacto extraterrestre amistoso, o un fenómeno natural sin
precedentes. El diálogo entre ellos es
el mejor de la película:
GRAHAM: La
gente se divide en dos grupos cuando ocurre algo anormal. La gente del Grupo 1 ven las
cosas como algo más que suerte, más que una coincidencia. Ven una señal. Prueba
de que hay alguien allí arriba velando por ellos.
La gente del
Grupo 2 lo ven como pura suerte. Un feliz cambio del azar.
Estoy
seguro de que la gente del segundo grupo están viendo esas cuarenta luces con
recelo. Para ellos, la situación está al cincuenta por ciento. Puede ir mal...
o bien.
Pero en
el fondo, sea lo que sea lo que ocurra, sienten que están solos. Y eso les
llena de temores.
Pero
luego hay mucha gente del Grupo 1 que al ver esas cuarenta luces, pensarán que
están viendo un milagro. Y en el fondo, ellos sienten que ocurra lo que ocurra,
hay alguien protegiéndoles. Y eso les llena de esperanza.
MERRIL: El año pasado
estaba en una fiesta, yo con Rodna Kinney. Cuando por fin me decidí por ir a
besarla, me di cuenta de que tenía un chicle en la boca. Me gire, me saque el
chicle de la boca, lo deje en un vaso de papel y me volví a girar. Rodna había
vomitado por todo el sofá. Fue un milagro. Si en el momento de besarla me
hubiera vomitado, eso me habría marcado, no lo habría superado. Yo soy de los que cree en milagros,
y esas luces, son un milagro.
GRAHAM: Pues, ya ves.
Merril: ¿Y tú, de qué
grupo eres?
Graham: ¿Te sientes más
aliviado?
Merril: Sí.
Graham: Entonces, ¿qué
importa?...
“¿Eres de los que ven
señales, de los que ven milagros?
¿O bien crees que la suerte es aleatoria?
O, plantéatelo así:
¿Es posible que no existan las coincidencias?”
¿O bien crees que la suerte es aleatoria?
O, plantéatelo así:
¿Es posible que no existan las coincidencias?”
Amanece, y pienso que tú eres un milagro para mí. No es coincidencia que nos conozcamos.

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