En las letras cabe un universo entero

“¿Un beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas” Ingrid Bergman

viernes, 23 de octubre de 2015

No hay coincidencias, mi niña


"SEÑALES" (2002) 


Amanece. Hay una película que he visto más de una vez. Otra no hace daño. Guarda un interesante mensaje y es éste:


Mel Gibson (Graham) es un ex – sacerdote que perdió la fe cuando murió su esposa en un accidente de tránsito. Su hijo tiene asma, y su hija pequeña tiene una extraña fijación por la pureza del agua. No es feliz y tiene una visión pesimista del mundo.
Joaquin Phoenix (Merril) es el hermano menor de Gibson, vive con él y sus dos sobrinos en una granja alejada de la ciudad.  Trabajan en su campo de maíz, llevando una vida sencilla.
Un día empiezan a aparecer inquietantes círculos en los campos, figuras complejas para las cuales no hay explicación aparente.    Poco tiempo después, aparecen desconcertantes luces en el cielo.  Cuarenta en total.  No son satélites, ni aviones, ni nada que haya sido hecho por seres humanos. Las cámaras de televisión apuntan a esas luces y los noticieros transmiten en vivo el acontecimiento sin interrupciones.  El mundo espera el siguiente movimiento.




Graham y Merrill se quedan toda la noche sentados frente al televisor, observando la transmisión, y no saben si se trata del fin del mundo, un contacto extraterrestre amistoso, o un fenómeno natural sin precedentes.  El diálogo entre ellos es el mejor de la película:

GRAHAM: La gente se divide en dos grupos cuando ocurre algo anormal. La gente del Grupo 1 ven las cosas como algo más que suerte, más que una coincidencia. Ven una señal. Prueba de que hay alguien allí arriba velando por ellos. 

La gente del Grupo 2 lo ven como pura suerte. Un feliz cambio del azar. 
Estoy seguro de que la gente del segundo grupo están viendo esas cuarenta luces con recelo. Para ellos, la situación está al cincuenta por ciento. Puede ir mal... o bien. 
Pero en el fondo, sea lo que sea lo que ocurra, sienten que están solos. Y eso les llena de temores. 
Pero luego hay mucha gente del Grupo 1 que al ver esas cuarenta luces, pensarán que están viendo un milagro. Y en el fondo, ellos sienten que ocurra lo que ocurra, hay alguien protegiéndoles. Y eso les llena de esperanza.


MERRIL: El año pasado estaba en una fiesta, yo con Rodna Kinney. Cuando por fin me decidí por ir a besarla, me di cuenta de que tenía un chicle en la boca. Me gire, me saque el chicle de la boca, lo deje en un vaso de papel y me volví a girar. Rodna había vomitado por todo el sofá. Fue un milagro. Si en el momento de besarla me hubiera vomitado, eso me habría marcado, no lo habría superado. Yo soy de los que cree en milagros, y esas luces, son un milagro. 

GRAHAM: Pues, ya ves. 

Merril: ¿Y tú, de qué grupo eres? 

Graham: ¿Te sientes más aliviado? 

Merril: Sí. 

Graham: Entonces, ¿qué importa?... 


“¿Eres de los que ven señales, de los que ven milagros? 
¿O bien crees que la suerte es aleatoria? 
O, plantéatelo así: 
¿Es posible que no existan las coincidencias?



Amanece, y pienso que tú eres un milagro para mí. No es coincidencia que nos conozcamos.

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