Querida Olga María:
No puedo evitar contarte todo lo que se me pasa por la cabeza, y escuchar las historias de lo que te acontece. Estar al tanto de tu vida es un gran regalo para mi alma.
Entre las cosas que más disfruto es nuestro diálogo a veces silencioso o implícito, cómplice y elocuente, porque para el corazón a veces no bastan las palabras.
El célebre Miguel de Cervantes en su segunda parte de El Quijote, trae un caso que con gran acierto resolvió Sancho Panza, juez muy justo y acertado a pesar de su falta de estudios. La dejo aquí para que la disfrutes. Si quieres la respuesta ya sabes dónde está.
"Señor, un caudaloso río dividía dos términos de un mismo señorío (y esté vuestra merced atento, porque el caso es de importancia y algo dificultoso). Digo, pues, que sobre este río estaba un puente, y al cabo de ella, una horca y una como casa de audiencia, en la cual de ordinario había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, del puente y del señorío, que era en esta forma: "Si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar, y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna". [...]
Sucedió, pues, que tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Repararon los jueces en el juramento y dijeron: "Si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y, conforme a la ley, debe morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre". Pídese a vuestra merced, señor gobernador, qué harán los jueces con tal hombre."
Que tengas una buena noche.
Hasta la siguiente.
